Clarín - sábado 22 de mayo de 1993
CASTRACIÓN INCRUENTA
Un veterinario de Pergamino desarrolló un sistema incruento de castración de vacas. Consiste en la introducción de una solución química en la cavidad uterina, que hace que el animal deje de ciclar. El animal reduce su gasto metabólico con lo que aumenta la eficiencia de conversión. El tratamiento es rápido (menos de tres minutos por animal) y cuesta entre 5 y 8 pesos. Pero un sustituye la necesidad de comida...
Desde ahora, la castración incruenta de vacas es cosa de todos los días. El veterinario Pergaminense Enrique Turín ideó un método que logra el anestro permanente de los vientres, con lo que se favorece tanto el engorde como el manejo.
“Técnicamente hablando este sistema produce un anestro - ausencia de celo- con la presencia del cuerpo lúteo”, señaló este veterinario que egresó de la Facultad de Casilda, de la Universidad Nacional de Rosario, hace solo tres años. La idea de la castración de vientres comenzó a gestarse en las aulas. Allí, el doctor Chamandarian, de la cátedra de obstetricia, lo guió en los primeros intentos.
Ya recibido, no aflojó, y apoyado por los hermanos Bo que creyeron en el método y le proveyeron de cerca de 200 animales, la técnica se fue perfeccionando.
Pero, el gran espaldarazo fue cuando el ingeniero Carlos Lanusse, administrador de la cabaña Los Gatos, de Santiago del Estero, le confió la castración de mas de 1.000 animales. Allí no le quedaron dudas: el método funcionaba a la perfección.
-¿En qué consiste? Le preguntamos.
- Consiste en introducir mediante una estructura construida con material aséptico, una solución en la cavidad uterina, esto hace que el animal deje de ciclar, produciéndose el anestro.
El método actúa tanto en forma mecánica, ya que la presencia de la solución “engaña” los mecanismos fisiológicos del animal y simula una gestación con lo que se produce la presencia del cuerpo lúteo como química.
Es decir, con el anestro se evita el desgaste que, por dos vías, provoca el celo: por el aumento del metabolismo general - una expresión es el aumento de temperatura- y por la mayor actividad motriz que conlleva la actividad de monta.
Eliminando estos gastos metabólicos, el animal mejora su ritmo de ganancia de peso. Además con la persistencia del cuerpo lúteo, la hormona progesterona segregada por éste actúa como anabólico y potencia el aumento de peso.
“O sea, la técnica se basa en que la castración del animal evita la pérdida de kilos y, por otro lado, el efecto anabolizante de la hormona provoca ganancia”, señaló Turín.
EN TRES MINUTOS
El tratamiento - que insume entre uno y tres minutos- tiene un costo que oscila entre los cinco y los ocho pesos. Ya realizó mas de 1.600 castraciones con índice cero de mortandad y sin apreciar efectos colaterales. Solo hay que tener la precaución de que los animales estén vacíos, y que en el caso de las vacas paridos haya transcurrido un período de 60 días desde el parto al tratamiento. “No puedo garantizar que se obtendrá determinada cantidad de kilos, pero si que el animal quedará castrado. El resto - el ritmo de engorde- dependerá de la oferta forrajera, sanidad, genética y manejo,” señaló Turín.
Solo a modo de muestra se puede citar la experiencia con dos lotes de 10 vaquillonas cada uno; en los dos meses que duró, las castradas engordaron a razón de 1,5 kilos por día contra 0,7 kilos de las no tratadas. Para poder extrapolar un ritmo de engorde habría que posar por medio de la estadística, de lo particular a lo general. En ese sentido la gente del INTA de Pergamino puso a su disposición el servicio estadístico para que procese la información acumulada durante 3,5 años.
Es aplicable tanto para la castración de vaquillonas como de vacas. En lasa primeras la limitante estaría en relación costo beneficio, dado el corto tiempo de engorde que tienen. De todas maneras, en caso de engordar machos y hembras el método se potenciaría. En el caso de las vacas el beneficio es mucho mas claro: en estos días viaja a la república Oriental del Uruguay a castrar 250 vientres.
Claro está, pese a su juventud - tiene 27 años-, Turín no deja de ser precavido: hace unos días fue al registro capitalino de la propiedad intelectual e inscribió el dispositivo intrauterino. Los productores cuentan que, cada vez que pasan por su veterinaria ubicada en el centro de Pergamino, no saben si preguntar por el veterinario o por el inventor. “Turín a secas”, corrigió.
Jorge Iglesias.
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